Algo había leído, algo había escuchado, pero jamás sospeché que ahora era yo quien estaba en esa situación.

Mi corazón dejó de latir y, tumbada en la camilla del quirófano, observo cómo me proyecto fuera de mi cuerpo. Me veo allí, inmóvil, rodeada de luces frías y sombras difusas que se mueven con precisión mecánica.

Sí, veo esa luz que dicen. Es un resplandor envolvente, cálido, debe ser una experiencia parecida al nacimiento. Pero en vez de tranquilidad, siento el peso de los años y la avalancha de arrepentimientos.

¿Por qué no amé más? ¿Por qué no dediqué más tiempo a mis hijos? ¿Por qué dejé que los sueños se oxidaran en mi mente, sin convertirlos en realidad? La conciencia de todo lo que pude haber hecho me aplasta.

Intento moverme, hablar, gritar… pero ya no tengo voz. Solo soy un eco atrapado en el aire.

—No te resistas —dice una voz desde la nada— No eres la primera en pasar por esto.

De repente, la luz cambia. Se fragmenta en miles de pantallas, en millones de escenas, como si toda mi vida hubiera sido archivada y editada. Y ahí está la verdad. Cada recuerdo que creía mío, cada momento que viví, ha sido cuidadosamente montado, ajustado, reescrito.

En realidad nunca fui libre.

Fui un experimento.

Un producto.

Una vida programada en una colección interminable de realidades manipuladas. Y ahora que mi ciclo ha terminado, me reemplazarán. Otra versión de mí ocupará mi lugar, con una vida mejorada, sin los errores que yo cometí.

La luz se apaga.

Y yo desaparezco.

Game Over

“Dedicado a los que creen que somos personajes de un videojuego hiperrealista controlado por seres superiores… y aun así piensan que tienen libre albedrío.”

Miguel Ángel López Molina

11/04/2025