Un blog de Miguel Ángel López Molina miguel@ylogica.com
"Cuando ya no esperas nada, descubres que todo lo que llega es un regalo, y todo lo que se va, una lección aprendida; porque solo con las manos vacías puedes abrazarlo todo”.
Miguel A. López
Querido amigo, querida amiga
Hoy quiero hablarte de como es esto de envejecer.
No, no resulta fácil.
No lo es para mí y no lo será para ti.
Hay un momento —invisible, casi imperceptible— en que uno deja de correr.
El cuerpo ya no sigue a la mente con la misma agilidad, y descubres que la vida, en lugar de acelerarse, empieza a detenerse con delicadeza.
No temas a ese instante.
Es el principio de un conocimiento que no se aprende en los libros.
Es la señal de que has vivido lo suficiente como para empezar a comprender.
Comprender que los recuerdos ya no te persiguen, sino que te enseñan.
Que ya no se trata de conquistar nada, sino de soltar lastre.
Que la belleza no está en lo que el mundo ve, sino en lo que tú has llegado a aceptar:
tu nuevo rostro, tus pasos lentos, ese cuerpo que ahora guarda secretos y batallas,
y también ese corazón que, aunque más sereno, late con más verdad que nunca.
No es fácil despedirse del que fuiste.
No es sencillo mirar al espejo y no reconocer del todo al que te devuelve la mirada.
Pero créeme cuando te digo: hay un profundo honor en no esconderse.
Hay dignidad en mostrar con orgullo lo que el tiempo ha esculpido en ti.
Aprenderás —si tienes el coraje— a dejar ir sin resentimiento.
A permitir que estén a tu lado los que de verdad te eligen y quieren, incluso cuando ya no eres útil, ni brillante, ni imprescindible.
Aprenderás a despertar sereno,
y a dejar que la tristeza se instale un rato, sin invitarla a quedarse para siempre.
Y un día llorarás. Llorarás sin motivo.
Llorarás por los que se fueron y por los que jamás verás.
Llorarás hasta quedarte seco por dentro.
Y cuando ya no quede nada…
…nacerá en ti una sonrisa que no tiene explicación.
Una paz extraña.
Un susurro suave que te dirá:
“Ahora sí… has entendido.”
Pero escúchame con atención, porque aquí es donde muchos se pierden.
Cuando ya no desees nada…
Cuando ya no temas a nada…
Cuando el mundo te mire con respeto, pero sin necesidad…
vendrá a visitarte algo peor que la muerte.
La indiferencia.
Se te acercará sin ruido, con voz dulce y falsa compasión.
Y te dirá:
—Ya lo hiciste todo. Ya no te queda nada. ¿Qué sentido tiene que sigas aquí?
Y si no estás preparado… le creerás.
Porque nadie te advirtió que el verdadero final no llega con la vejez,
sino cuando decides que ya no puedes ofrecer nada al mundo.
Por eso te escribo.
Para decirte que aun cuando tu cuerpo se apague,
tu alma puede seguir encendiendo a otros.
No desaparezcas.
No te vayas antes de tiempo.
No confundas haber comprendido con haber terminado.
Tu sabiduría no es solo tuya:
es la semilla que debes sembrar en los que aún no saben cómo caminar sin miedo.
Con amor,
y con años,
Miguel
09/05/2025
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